Soplan vientos de cambio en el comunismo cubano | |||||
La Conferencia Nacional propone que cualquier
ciudadano pueda optar por cargos públicos, separar las funciones del
Estado y el Partido y que se eliminen la discriminación por raza,
genero, religión y diversidad sexual.
LA HABANA.- Poco y nada se conoce del debate que tendrán los
comunistas cubanos en la Conferencia Nacional que se celebra este fin de
semana, entre otras cosas porque los medios de difusión le dan más
espacio a la serie nacional de béisbol que a la reunión.
Sin embargo, en pocos países las resoluciones de una organización política son tan importantes como en Cuba, donde la Constitución de la República define que el Partido Comunista (PCC) "es la fuerza dirigente superior de la sociedad y del Estado". De esta forma, cualquier medida que se adopte en la Conferencia repercutirá en la vida de todos los cubanos. El propio Raúl Castro aseguraba el año pasado que para lograr seguir avanzando en los cambios es necesario transformar al PCC. "Para alcanzar el éxito, lo primero que estamos obligados a modificar en la vida del Partido es la mentalidad, que como barrera psicológica es lo que más trabajo nos llevará superar, al estar atada durante largos años a dogmas y criterios obsoletos", dijo el mandatario. Lo que se proponen cambiar Desde su fundación en 1965, el PCC se convirtió en poder estatal. Sus dirigentes ocupaban los principales cargos del gobierno y de la administración pública; prácticamente era imprescindible ser militante para poder desempeñar puestos de dirección en cualquier esfera. Algunos cubanos, más que una ideología afín, vieron en el carnet la llave que les permitiría escalar profesional, social y políticamente. Así, una parte de la actual militancia llegó al partido buscando satisfacer sus propios intereses más que a "servir al pueblo". La dualidad política y estatal, una estructura social vertical, la eterna permanencia en el cargo y la no rendición de cuentas llevó a muchos a la corrupción. No es casual que la mayoría de los detenidos por este delito durante los últimos años fueran militantes del PCC. Ahora la Conferencia propone que cualquier ciudadano pueda optar por cargos públicos, que éstos se ocupen por un máximo de dos periodos de cinco años, que se tienda a separar las funciones del Estado y el Partido y que se eliminen la discriminación por raza, genero, religión y diversidad sexual. "La fuerza dirigente superior"El intelectual comunista Aurelio Alonso cree que "el Partido debe trasladar su poder de la esfera política a la de la ética" y cuestiona el papel hegemónico que le da la Constitución, porque "sólo el pueblo puede estar por encima del Estado".Alonso explicó a BBC Mundo que "hay que mejorar los mecanismos de Poder Popular creados desde 1975 para que el pueblo se sienta responsable y sea parte de la toma de decisiones. No es posible seguir con una sociedad donde todo se resuelve verticalmente". En un debate de una revista católica, el educador Ariel Dacal expresaba que en esta Conferencia el PCC "ratifica a su interior el método verticalista de control de las instancias superiores sobre las bases (...) y obvia la relación con el resto de la sociedad". En este sentido, Julio Cesar Guanche -intelectual independiente de izquierda- propone revitalizar la sociedad civil, conceder autonomía a las organizaciones populares, darles un funcionamiento democrático y establecer una relación política con el Partido. "Soy poco optimista", declaró a BBC Mundo el opositor Oscar Espinoza Chepe, y explica que "van a perder la oportunidad de reformar el partido y convertirlo en un verdadero partido socialista". Asegura que hubieran podido hacerlo porque "adentro hay mucha gente valiosa". Agrega el economista que "para transformarse (el PCC) debería comenzar por reconocer los errores que ha cometido". Sin embargo, "cuando ves los documentos te das cuenta de que es más de lo mismo, que sólo son cambios cosméticos". La apuesta de Raúl CastroSin dudas el PCC no es hoy una organización políticamente muy eficiente; nació bajo un poderoso "liderazgo carismático" que le restó poder desde el primer día, al punto de suspenderse varias veces sus congresos, interrumpiendo así el debate democrático interno.La duplicidad de funciones partidistas y gubernamentales creó una mentalidad de orden y mando que se impuso sobre la labor de convencimiento político de las masas que, en teoría, debería ser la forma de relación entre el partido y la población. El nivel de vida de algunos cuadros dirigentes contrasta con el de las bases y provoca visiones diferentes de la realidad. Mientras unos pueden darse el lujo de debatir años sobre la pureza ideológica de cada reforma, a otros les urge un cambio que les permita llegar a fin de mes. La apuesta de Raúl Castro parece ser transformar al PCC y convertirlo en una herramienta fundamental de la reforma pero, para lograrlo, la Conferencia tendrá que convencer, marginar o separar a los cuadros que, con "dogmas y criterios obsoletos", están frenando el proceso. jt/am |
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