SOBRE LOS MELLIZOS DE PALMA SOLA
(A la memoria de mi tío, el Dr. Raymundo Cuevas Sena)
(Por: Alex Ferreras)
Uno de los mejores métodos para haber propuesto un cambio en el régimen político en un país que acababa de librarse de una larga dictadura, debió ser el de infiltrar ideas a través de celebraciones de rituales. El movimiento de Palma Sola no fue un simple movimiento religioso. En absoluto. Su dimensión pudo hacer posible la promoción de un ideal político, y más cuando los participantes fueron personas con un nivel de educación formal muy pobre, cuando no de analfabetismo absoluto. Como practicantes del culto al dios Liborio, ¿qué iban ellas a entender de la enmarañada lógica del poder, de conocer el complejo juego de transición política como el que a la sazón se practicó en la R. D.? Que Plinio haya alcanzado el 2do. de bachillerato fue una hazaña en esa época en un medio rural como San Juan de la Maguana. Eso, más sus inquietudes sociales y políticas pueden explicar su ascendiente sobre esas gentes sencillas. Gravitó en ese punto de la historia dominicana los casi treinta y un años de la tiranía trujillista, y lo que significó para los dominicanos, con un lastre de miedo y terror a cuestas, la aparición de un Mesías que viniera a allanarles el camino para purgarse de sus emociones reprimidas por tan largo tiempo.
A tal grado llegaron las penas y los tormentos bajo el régimen trujillista que han devenido una especie de trauma, internalizado hasta nuestros días. Ni el alud de publicaciones de novelas testimoniales, ni la presentación periódica de programas televisivos, ni de documentos y documentales, atravesados por la nostalgia, han sido suficientes para expulsar el fantasma de Trujillo de su sique colectiva, hasta el punto que pareciera tirar ya, inconscientemente, a la desesperación, por no aceptar en sus más adentros la realidad dominicana de los últimos tiempos.
La celebración de un ritual magicorreligioso, como el de Palma Sola, que los campesinos atribuyeron origen divino, he ahí el asunto; pudo constituir una condición ideal para haber dado un zarpazo ideológico en contra del antiguo estado de cosas en aquellos entonces. Los Mellizos al parecer conocían la fuerza de esa arma política. En cambio, los creyentes de otra religión, esta vez del marxismo, en este país, por lo visto quedaron cortos en ver la gran utilidad que tiene la práctica de rituales para filtrar ideas de cambio y resistencia, pero por su sesgo o exceso racionalista, terminaron subestimándola. Otros, al contrario, sí supieron del impacto que ella ejerce en las personas; viene al caso el poeta Jacques Roumain, de la élite radical haitiana de la década de los años ‘20, en su novela Gouverneurs de la rosée (1944) (Los gobernadores del rocío), además de su denuncia de la masacre de los haitianos en el 1937 por Trujillo, básicamente, de igual forma por haber puesto de realce la mentalidad magicorreligiosa de sus gentes. Según sugiere el también fundador del Partido Comunista Haitiano, sus rituales de vudú fueron reflejo de las relaciones sociales de producción. Lo propio puede decirse de su compatriota Toussaint L’Ouverture y su visión sobre esas prácticas y ritos religiosos en el siglo XVIII contra los franceses coloniales en Haití, aunque, claro está, no desde la óptica de la ideología marxista, propiamente, por haber sido su actuación en la historia haitiana anterior al marxismo. Lo que resultó de su apuesta política en las luchas emancipadoras de ese país es en una parte importante beneficiaria del poder aglutinador que demostraron tener semejantes rituales.
Los Mellizos, con muy poca instrucción, hicieron uso del arma que puso en sus manos el culto al dios Liborio en Palma Sola de una manera más práctica y más espontánea, si se quiere, que el proyecto político que intentaron implementar los marxistas dominicanos para preconizar ideas de cambio en la R. D. Tal vez les faltó a éstos buscar hilos conductores así como paralelismos, si no en la historia dominicana, sí en otras culturas en diferentes períodos históricos para avanzar su propuesta. Quizás perdieron de vista cómo utilizar un recurso poderoso como lo es la celebración de un mito o ritual para insuflar aquellas ideas.
Plinio Ventura el Mellizo personifica el dominicano marginado de la época y sus aspiraciones de libertad y justicia social, las que les habían sido negadas por Trujillo a lo largo de su dictadura. Para desgracia de nuestros pueblos, la historia se repite. En el 1922 le tocó el sacrificio a Olivorio Mateo en su lucha por preservar no sólo su religión aquella vez, sino, como los gavilleros, sus tierras en su región, durante el interregno de la primera intervención oficial de los EE. UU. La misma situación recurre, sólo con cambio de personajes en todos los casos, siendo el trasfondo el mismo. Ahora, un pueblo necesita de héroes, santos y mártires, para decirlo con el escritor argentino Ernesto Sábato (Sobre héroes y tumbas, 1961), digamos como mecanismo de compensación que dé respuesta a las precariedades de su existencia tanto en el plano físico como espiritual. No era que Plinio, mientras fue perseguido y asediado por las fuerzas del Consejo de Estado en el 1962, con esa extraordinaria capacidad de mimetismo que se le achacara, se fundiera con las gentes y las cosas en cada sitio y a toda hora. En todo rigor, no eran posibles parejas ubicuidad y omnipresencia. Tampoco era necesario verificar el hecho de su muerte, ni las tantas proezas que se le atribuían. ¿A qué vale? Las gentes llanas, las mismas de siempre en todo tiempo y cultura, de desaparecer el Mesías físicamente, lo reconstruyen en su memoria, porque las hazañas y la consagración de los redentores sociales trascienden con su ideal en el tiempo.
El rol del Gral. Rodríguez Reyes en el caso Palma Sola debe trascender en la memoria social de todo dominicano con desarrollo de conciencia histórica y política. Como se sabe, fue a ese lugar con órdenes del Consejo de Estado para darles muerte a los Mellizos desde la 3ra. Brigada General Pedro Santana con asiento en San Juan de la Maguana, donde era comandante. Sin embargo, tal había sido, desde cuando Trujillo, su sentido del honor, su lealtad y su caballerosidad, a toda prueba, que se despojó del arma que portaba para persuadirlos a que desistieran de sus cultos magicorreligiosos. Un garrotazo en la cabeza (más dos balazos en su garganta, al decir de otros) que cegó su vida truncó su objetivo, hecho del cual se culpa a los Mellizos. Una suerte parecida corrió Caamaño con una pedrada en la cabeza, si bien sobrevivió al ataque.
El garrotazo a Rodríguez Reyes y la pedrada a Caamaño, por separado, apunta a que los Mellizos y sus seguidores posiblemente no tenían otras armas que no fueran machetes, palos y piedras, amén de estar descalzos. Lo cual significa que por efecto debe y tiene que traer a la memoria “El pequeño ejército loco” de Sandino en el 1912, como lo bautizara la gran poeta chilena Gabriela Mistral, en tiempos de la intervención de los EE. UU. en Nicaragua, país al que enfrentaron en esa época, con todo y aquél estar compuesto, además, por niños adolescentes, llamados “Coro de ángeles”.
No es cierto que los fastos del poder ni el brillo cesáreo iban a deslumbrar un hombre insobornable e innegociable a carta cabal como lo fue el general dominicano frente a la oligarquía criolla. Resulta que él llevaba el elemento democrático por dentro. Su actitud de conciliación frente a los Mellizos, como pueblo, en lugar de perpetrar la masacre contra cientos de campesinos dominicanos, de inmediato, indica que el sentido de la historia para ese gran soldado era otra, como otros eran los aires de libertad que empezaban a respirarse en la R. D. De esa suerte resultaron ser fallidos los intentos de una clase social de perpetuarse en el poder más allá de la desaparición física del dictador Trujillo del escenario político dominicano. De ahí la admiración de Bosch por Rodríguez Reyes, un alto oficial militar, en el tiempo, que llena de honra la historia reciente de la R. D.
Desgraciadamente, pienso que el Gral. Rodríguez Reyes había firmado su sentencia de muerte desde el mismo instante en que les hizo saber a los sectores oligarcas del país que su compromiso con Trujillo había terminado con su muerte. No les valió a éstos haber apelado a los antiguos vínculos que tuviera el general con el trujillismo para proponerle dirigir la Secretaría de las FF. AA. en el gobierno del Consejo de Estado. Lo de Palma Sola fue, sencillamente, el episodio trágico que puso fin a su vida, en tanto que Bosch, lamentablemente, se quedó sin su secretario de las FF. AA. designado de antemano.
Otra de las grandes verdades, tal vez poco conocidas hasta ahora, del movimiento de Palma Sola, es que Plinio favorecía el advenimiento al poder de Ramírez Alcántara, un antiguo exiliado trujillista, otrora cacique de San Juan de la Maguana, y no a Viriato Fiallo o Juan Bosch. Con relación a Rodríguez Reyes, ya la orden para asesinarle estaba firmada. Aprovecharon que estuviera desarmado en Palma Sola para hacerla realidad. La oligarquía local no le perdonó al general, por su condición de hombre no negociable, haberse negado a hacer causa común con ella para la continuidad del trujillatobalaguerismo en el poder. Tal como sostuve al principio, el culto al dios Liborio no fue un simple movimiento de carácter ritualista solamente sino de redentorismo político y social. El contenido de las siguientes salves de los Mellizos no deja el más mínimo resquicio a las dudas:
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