Experiencia. La reclusa María Teresa Alcántara, fue llevada a la cárcel de San Luis acusada de un caso de custodia de su hija.

viernes, 29 de diciembre de 2017 Experiencia. La reclusa María Teresa Alcántara, fue llevada a la cárcel de San Luis acusada de un caso de custodia de su hija. Ramón Cruz Benzán Santo Domingo Por fin saldrá de este infierno, fue el grito colectivo de los reclusos de la cárcel de paso de San Luis, del municipio de Santo Domingo Este, cuando fue dejada en libertad una mujer que tenía un mes recluida en el lugar. María Teresa Alcántara Montero, al ser traslada a la cárcel desde el tribunal que dispuso su libertad, expresó que ni los peores criminales deberían estar en las condiciones que ahí se está. Alcántara Montero, quien llegó al recinto en una unidad de la Policía, al desmontarse del vehículo saltó de la alegría y los demás reclusos comenzaron aplaudir vociferando que por fin saldrá de ese infierno. Hace un mes que Montero fue ingresada al recinto carcelario acusada por un caso de la custodia de su hija y fue liberada por un tribunal del Palacio de Justicia de la Charles de Gaulle, comentó un raso que la trasladó al recinto carcelario. La mujer, visiblemente alegre a su llegada, expresó que cuando se llega a la cárcel de San Luis, próximo al cementerio Cristo Salvador, en la carretera Mella, se cree haber llegado a cualquier lugar, menos a un recinto carcelario. Narró que en el lugar se produce un hedor insoportable, que junto al sofocante calor y los mosquitos son un verdadero infierno. Se quejó de que las celdas cuentan con poca ventilación, y muchas veces los reos preventivos se concentran cerca de las ventanas para respirar aire fresco. “Ni los peores criminales deberían estar en las condiciones que ahí se está. Se duerme en el suelo, solo hay dos baños para toda esa gente. Y para colmo no todo al que traen aquí es delincuente”, comentó un preso que se asomó a los barrotes. Detalló que la cárcel cuenta con tres celdas, dos para hombres y una para mujeres, tras señalar que no hay camas, ni colchones, para dormir. “Aquí lo que tenemos para hacer nuestras necesidades es dos pequeños baños, sucios y llenos de heces fecales y orina”, comentó el recluso. Un pariente de un imputado, que fue a llevarle alimento y ropa, lamentó que una edificación de aspecto medieval, donde una vez funcionó una capilla religiosa sea convertido en un almacén de personas. La Defensora del Pueblo, Zoila Martínez; el vicepresidente de la Fundación Institucionalidad y Justicia, Servio Tulio Castaños Guzmán; la directora de la Oficina de Defensa Pública, Laura Hernández, y el presidente del Colegio de Abogados, Miguel Surun Hernándezplantean que se cierre la cárcel de San Luis, la cual sostienen no debe estar operando por sus precarias condiciones.

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