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El director mexicano Alejandro González Iñárritu es el presidente del jurado del Festival de Cannes de este año.CreditJulien Mignot para The New York Times
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Se trataba del segundo día del cineasta mexicano Alejandro González Iñárritu como presidente del jurado del Festival de Cannes, y el clima era perfecto: afuera del balcón de su habitación en el Croisette, el cielo era azul y el océano lo era todavía más. Aun así, mientras González Iñárritu hablaba sobre el complicado futuro de la industria del cine, habría sido lógico esperar que el cielo se llenara de nubes de tormenta.
“Los cines son el útero de lo que somos y, si lo asesinamos, muy pronto todos estaremos muertos”, comentó.
Después de ganar dos premios Oscar consecutivos al mejor director por El renacido y Birdman, González Iñárritu es uno de los pocos cineastas de prestigio cuyo trabajo tiene garantizado un respaldo financiero sustancial y un lanzamiento en cines por parte de los grandes estudios. Sin embargo, mientras esas empresas siguen llenando sus marquesinas con películas de superhéroes, y los directores de filmes de autor deciden irse en manada a servicios de emisión en continuo como Netflix, a González Iñárritu le preocupa que decaiga la experiencia de ir al cine.
A diferencia de algunos de sus contemporáneos, González Iñárritu, de 55 años, no denigra a Netflix: en una conferencia de prensa para el jurado de Cannes elogió al servicio por presentar películas de arte a una audiencia internacional (la compañía hace poco distribuyó Roma, el drama ganador del Oscar dirigido por Alfonso Cuarón, amigo de González Iñárritu). De cualquier manera, el cineasta sostiene que ver una película en un iPad no puede compararse con ir al cine.
En una larga conversación, el director habló de por qué Netflix ha sido tomado como un chivo expiatorio y de su visión de una nueva cultura cinematográfica.
Aquí en Cannes, las películas se proyectan en grandes cines. Sin embargo, rápidamente estamos llegando a un punto en el que la gente verá más películas en un servicio de emisión en continuo que en cines. ¿Qué piensas de eso?
Ese es un verdadero problema. ¿Cuántas de las películas que tenemos la suerte y el privilegio de ver aquí en Cannes llegarán al mundo, accesibles a Joe Smith en Arkansas? Esas grandes historias pueden empoderarlo para crecer en todos los sentidos, ¿pero, cuándo estarán disponibles, y cómo?
Algunas de las películas solo podrán disfrutarse a través de los servicios de emisión en continuo, pero creo que el gran problema es que, cuando se trata de la manera en que se están produciendo, distribuyendo y proyectando los filmes, el sistema está homogeneizado. Casi no hay espacio para otro tipo de películas en el mundo. El camino fácil ha sido culpar a Netflix: han sido el chivo expiatorio. No obstante, mi punto es que Netflix no tiene nada de malo. Netflix está aprovechando la falta de diversidad en los cines y la está poniendo en la televisión.
¿Así que los estudios deberían culparse a ellos mismos y no a los servicios de emisión en continuo?
Ese es el punto. Pocos estudios están haciendo ese tipo de películas interesantes y multiculturales de presupuesto medio, así que los distribuidores ya no están recibiendo esos filmes, y los cines no proyectan esas cintas que quizá les darán el tres por ciento del dinero que obtienen de las películas más taquilleras y los filmes de franquicia.
Cuando comencé hace [casi] veinte años con Amores Perros, aún había un mercado saludable en el que las películas internacionales de presupuesto medio eran distribuidas y vendidas en distintos territorios, y había empresas especializadas que estaban interesadas en promover esa cultura, como Paramount Vantage. Eso ya se acabó. Y es porque todos están preguntándose cómo ganar más dinero y cómo hacerlo de la manera más veloz.
Los cines aún están dispuestos a proyectar una gran película llena de grandes estrellas, como El renacido, ¿pero acaso un joven director actualmente podría hacer que se muestre en cines una producción como 21 Gramos, aquel drama de bajo presupuesto que fue tu segunda película?
Si yo estuviera en esta misma posición veinte años después de lo que me tocó, jamás habría creado 21 gramosBabel o Biutiful. ¡Nunca! La manera en que crecí como artista fue debido a la posibilidad de que me apoyara una productora, un estudio o un cine que estuviera dispuesto a promocionar esas películas y darle la alternativa a la audiencia. ¡Proyectaban 21 gramos, un drama radical, al lado de Star Wars en el cine!
Ahora es muy difícil ver algo así. Soy muy privilegiado por tener la ventaja de poder hacer una película como El renacido, pero ¿cuántos jóvenes cineastas no tienen acceso a esos presupuestos y proyectos? Ahora deben considerar a la televisión como su única opción.
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Iñárritu, a la derecha, junto a Leonardo DiCaprio en el set de “El renacido”

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