unes, 27 de mayo de 2019 En espera Equipos para politécnico están almacenados hace nueve años en Samaná Estudiantes reciben clases en condiciones precarias. Estudiantes reciben clases en condiciones precarias. Las pasolas y motores hacen presencia diaria a la entrada del politécnico. VÍCTOR RAMÍREZ/LISTÍN DIARIO Las pasolas y motores hacen presencia diaria a la entrada del politécnico. VÍCTOR RAMÍREZ/LISTÍN DIARIO Estudiantes reciben clases en condiciones precarias. Las pasolas y motores hacen presencia diaria a la entrada del politécnico. VÍCTOR RAMÍREZ/LISTÍN DIARIO Jhenery Ramírez jhenery.ramirez@listindiario.com Samaná A pocos kilómetros del centro de Samaná, el destino turístico donde hay casitas de colores que atraen a muchos, y un atractivo muelle, existe una dura situación que golpea a la educación de esta provincia y al futuro de jóvenes en los que descansa la esperanza de sus familias para echar hacia adelante. Cuando se accede al Politécnico Profesora Natividad Zuleyka de Acosta, la primera impresión, acompañado de una pregunta, gira en torno a sí, realmente, esto es un centro educativo. El deterioro es evidente desde su entrada y el caos que impera allí se nota en los pasillos del plantel. Bulla, basura, motocicletas y pasolas son los primeros elementos que se perciben al entrar al terreno, que también es compartido con la extensión de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD). Las expectativas con las que se iniciaron las gestiones para abrir el politécnico son muy diferentes a lo que muestra la realidad. En el 2010, España donó los equipos con los que se impartirían las prácticas en el centro, en sus cinco áreas técnicas: refrigeración, informática, turismo, gastronomía y electricidad. Estos equipos, según supo LISTÍN DIARIO, están guardados desde ese año en un almacén. Han pasado nueve años y la donación de España todavía no ha tenido frutos. Cuando conocimos la situación pedimos al director del politécnico, Amable García, concedernos una entrevista y mostrarnos los equipos. A esto, se negó alegando que de ese lugar “se ha escrito hasta decir ya”, denotando un desinterés para que se conociera lo que ocurría allí. Fuimos por decisión propia al plantel y entonces, uno de los docentes, creyendo que era una estudiante de Comunicación y hacía un trabajo social, reveló porqué al politécnico no ha llegado el 4% para la educación, ni la calidad que tanto se pregona. Según él, en ese lugar no hay electricidad. Solo la dirección tiene energía gracias a la UASD y es para sacar copias de documentos. A la oficina del orientador le pasaron una extensión, para conectar un abanico y una computadora. Los estudiantes no tienen comedor para desayunar o almorzar. Ellos comen en las mismas butacas en las que reciben docencia. En los cursos no hay abanicos por falta de electricidad y el calor agobia y desconcentra a los alumnos. Y por si fuera poco, teniendo unos equipos que esperan por su instalación, son los mismos jóvenes los que tienen que llevar artículos de su casa para realizar las prácticas. Quien nos facilitó la información comentó que se necesitaba un transformador que ya fue instalado, pero ahora es la dieta de los técnicos del Ministerio de Educación lo que hace falta, quienes fueron en una ocasión a empezar el trabajo, pero tuvieron que irse porque se les acabó el dinero de su estadía en Samaná. “Eso con disposición realmente se logra. Lo de los equipos nos preocupa mucho. Está fuerte”, son las palabras de ese maestro que reconoce que una carrera técnica no se realiza solo con la teoría.

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