La tarjeta de crédito del carbono
ATERRICÉ EN ACRE A la medianoche del 11 de marzo y la humedad seguía increíble incluso a esa hora. La selva amazónica abarca todo el estado, una superficie un poco más grande que Illinois con una población poco mayor que la de Dakota Norte. Me reuní con Brown la primera mañana después de llegar, en el Quiosco de Capinchos del plantel universitario ubicado junto a un lago donde comen césped estos roedores, los más grandes del mundo. El geoquímico me llevó en automóvil a su oficina, un viaje corto en el que atravesamos un lodazal rojizo típico del Amazonas, el cual podría ser mejor descrito como descenso en aguas bravas pero en camioneta pickup. Los caminos de tierra son tan precarios que Brown siempre lleva consigo una cuerda de remolque, la cual, efectivamente, me tocó verlo utilizar ese mismo día para ayudar a otro conductor.
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