Cientos de personas protestaron pacíficamente este martes para pedir la dimisión de la gobernadora de Puerto RicoWanda Vázquez, a quien responsabilizan de mala gestión en la crisis de los terremotos y de saber de la existencia de suministros que no se repartieron entre los damnificados.
Los manifestantes, con consignas como 'Wanda, te llegó tu chat', volvieron a pedir ante La Fortaleza, sede del Ejecutivo, por tercer día consecutivo, la dimisión de Vázquez, en unas protestas que algunos ya comparan con las del pasado verano, cuando la presión popular provocó la dimisión del Ricardo Rosselló como jefe del Ejecutivo.
Aunque hay quienes traten de crear paralelismos, la situación es actualmente muy diferente y a pesar de la indignación no parece que, de momento, vaya a ocurrir una escalada de la violencia que rememore aquellos días del verano de 2019 en los que las calles del Viejo San Juan -el casco histórico de la capital- se convirtieron en un auténtico campo de batalla.
Los cientos de manifestantes congregados este martes mostraron pancartas e hicieron sonar cacerolas, pero todo transcurrió con normalidad.
A la rebaja de la tensión contribuyó el que el lunes, segundo día de las concentraciones, Vázquez ordenara la retirada de efectivos de de la Policía movilizados para mantener el orden.
Aunque este martes había presencia policial no ha habido, por el momento, incidentes y la tensión parece controlada.
Algunos manifestantes, sin embargo, insisten en que la situación es, incluso, más grave que el pasado verano y que se mantienen en el poder los mismos, a excepción de Ricardo Rosselló.
Los manifestantes piden responsabilidades por el hallazgo de un almacén de víveres localizado en la ciudad de Ponce, cuyos recursos, no se sabe bien por qué, no fueron utilizados para dar asistencia a los cerca de 4,000 damnificados por los terremotos que sacudieron la isla desde el pasado 28 de diciembre.
La actividad sísmica tuvo su punto culminante el 7 de enero, cuando un sismo de magnitud 6,4 despertó de madrugada a toda la isla dejando un saldo de un muerto, cientos de viviendas dañadas y un pico de hasta 4,000 refugiados, aunque un porcentaje importante son personas cuyas casas no fueron dañadas pero que temen derrumbes.

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