Mallacoota, una ciudad playera que generalmente es tranquila, se había vuelto tensa debido a las dificultades que conlleva el aislamiento.

MALLACOOTA, Australia — El avión militar volaba con fuerza sobre kilómetros de bosques carbonizados. Llevaba una carga vital: unos 2200 litros de combustible para ayudar a restaurar la electricidad en una ciudad que quedó aislada del mundo.
Abajo, los residentes estaban desesperados por ese recurso que repentinamente comenzó a escasear, y algunos estaban desahogando su frustración con los empleados de las estaciones de servicio que estaban obligados a racionarlo. Como el único camino de entrada estuvo bloqueado durante dos semanas debido a los árboles caídos y humeantes, Mallacoota, una ciudad playera que generalmente es tranquila, se había vuelto tensa debido a las dificultades que conlleva el aislamiento.
“La gente está comenzando a enojarse y se frustra por la falta de suministros, estamos atrapados aquí y todavía no tenemos electricidad”, dijo Tracey Hargreaves, propietaria de un café ubicado en la calle principal. Para mantener su negocio, ha tenido que servir leche de larga duración y preservar cuidadosamente sus pasteles. “Es surrealista”, dijo.

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