Puerto Rico aguarda respuesta de Trump con los nervios de punta por serie de terremotos
Unas 5.000 personas están refugiadas al aire libre con los nervios de punta por la serie de terremotos que desde hace más de dos semanas golpean Puerto Rico, a la espera de que el presidente Donald Trump responda una declaración de desastre solicitada por la isla.
Desde el 28 de diciembre, más de 1.000 temblores han sacudido este territorio estadounidense en el Caribe, que hace solamente dos años quedó devastado por dos huracanes seguidos.
En Yauco, una de las municipalidades del sur más afectadas por los sismos, decenas de personas se distribuyen en catres en el estacionamiento de un
"Lo más difícil es lo psicológico", dijo Wilfred
estadio municipal, bajo carpas blancas o los toldos azules de la agencia de gestión de emergencias FEMA.
o Rodríguez, de 31 años. Su casa se agrietó con los sismos y lleva una semana viviendo con sus hijos de seis y 10 años en una de estas carpas. "Estamos siempre con la tensión de que vuelva a ocurrir otro temblor fuerte".
Sólo va a su vivienda a bañarse, para volver rápidamente al refugio. "Tenemos miedo de que ocurra uno más fuerte y que estemos dentro de la casa", dijo a la AFP.
A lo largo del día, llegaban voluntarios a repartir comida y juguetes para los niños, que son numerosos en los refugios porque las clases están suspendidas debido a la inadecuada construcción de las escuelas.
Según la Red Sísmica de Puerto Rico, en las dos primeras semanas de enero se han registrado 1.104 sismos, de los cuales 186 fueron percibidos por la población. En comparación, durante todo el año 2019 hubo 6.442 movimientos de tierra y sólo 62 fueron perceptibles.
Más al sur, en Guánico, Juan Santiago decidió refugiarse desde el sábado, cuando golpeó uno de los sismos más fuertes, de magnitud 5,9. "La montaña se sacudió y comenzaron a caer piedras y tierra", contó el hombre de 30 años.
"La casa tiene una grieta y está a punto de caerse", añadió. Su vivienda había resistido el embate del huracán María de categoría 5 que golpeó la isla en septiembre de 2017 dos semanas después de Irma.
"Es diferente que el huracán. Es más feo lo que está pasando ahora", dijo Santiago.
Durante la entrevista con AFP, la tierra tembló nuevamente, con una magnitud 5,2. Los vehículos se mecieron como si colgaran de una hamaca. Los damnificados, acostumbrados, no hicieron aspavientos.
Las viviendas son en su mayoría rudimentarias, levantadas artesanalmente por los residentes con escasos recursos, en una zona montañosa y sin ninguna regulación antisísmica en su construcción.
Hasta el lunes, según el gobierno, había 4.924 personas en 28 refugios en 14 municipios. No hay hay cifras de estructuras afectadas.
- Se solicita declaración de desastre -
Mientras tanto, el presidente Donald Trump aún debe responder a una solicitud de declaración de desastre hecha por la gobernadora, Wanda Vázquez Garced, el sábado pasado. Trump había declarado emergencia unos días antes, pero el alcance de la figura solicitada es mayor.
La declaración de emergencia habilita hasta 5 millones de dólares, aunque la cifra puede aumentar por decisión el Congreso. La declaración de desastre, en cambio, no impone este límite, explicó un portavoz de FEMA.
No obstante, Trump sí liberó este miércoles 8.200 millones de dólares que estaban destinados a los huracanes.
Son parte de 20.000 millones asignados el año pasado, pero estos fondos federales estaban retenidos desde hacía meses, explicó en Facebook la representante puertorriqueña en el Congreso en Washington, Jennifer González.
legisladores demócratas a Trump para que responda a la gobernadora y declare situación de desastre.
En los últimos días, se han sumado los llamados deEs un tema sensible, puesto que el presidente acusó al gobierno de Puerto Rico de ineficacia en el manejo de los fondos de la ayuda por los huracanes, lo que desató intercambios de acusaciones entre Trump y la alcaldesa de San Juan, Carmen Yulín Cruz, así como el anterior gobernador, Ricardo Rosselló.
Ellos a su vez acusaron al presidente Trump de tratar a los puertorriqueños, que son estadounidenses, como ciudadanos de segunda clase.
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