En entrevistas que dio en la cárcel, el jefe de sicarios del cartel de Medellín se regodeaba al contar detalles escabrosos de sus crímenes, de los que no se salvaron ni amigos ni una de sus novias.
"La muerte de Popeye ni suma ni resta; murió sin contar muchas verdades, y muchos de los crímenes que se cometieron se van a quedar en la impunidad", agregó.
APOLOGÍA DEL DELITO
En entrevistas que dio en la cárcel, el jefe de sicarios del cartel de Medellín se regodeaba al contar detalles escabrosos de sus crímenes, de los que no se salvaron ni amigos ni una de sus novias.
En sus declaraciones siempre manifestó lealtad y admiración por Escobar, a quien consideraba "un líder", y su vocación criminal la grabó en su piel al tatuarse en los antebrazos el título de "el general de la mafia" que exhibía orgulloso.
"Popeye" recuperó la libertad en agosto de 2014 y regresó a Medellín donde siguió haciendo confesiones en las redes sociales sobre su pasado criminal e incluso se convirtió en "youtuber".
Sin embargo, la vida en sociedad le duró menos de tres años porque en mayo de 2018 fue detenido nuevamente por amenazar en redes sociales a seguidores del entonces candidato presidencial de izquierdas Gustavo Petro.
"'Popeye' era psicópata, orgulloso de todos sus actos delictivos. No creo que se haya arrepentido nunca de todo el mal que hizo a la sociedad colombiana y al mundo; estaba dedicado a no dejar morir el legado de su patrón, incluso se autodenominaba 'el general de la mafia'", resumió el hijo del magistrado Zuluaga.
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