Giannis Meletiou, un abogado de 60 años, vive al pie de la colina. Un día, se montó en su camioneta y condujo unos cuantos cientos de metros por un camino estrecho y serpenteante con tiendas de campaña hacinadas a los costados. Saludó a unos niños, quienes se alegraron cuando lo reconocieron: él siempre les lleva sándwiches.
Luego pasó el campamento, protegido con alambre de púas y desbordado de personas, y transitó con gran estruendo por entre los árboles que los migrantes habían despojado de sus ramas y cuyos troncos habían cortado para hacer leña.
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