Como un signo del valor que la tecnología posee


  • La Revolución Digital en la era del coronavirus
Nelson José Guillén Bello
Santo Domingo, RD
 De entre las muchas imágenes que he vis­to en estas semanas de pandemia hay una que me impactó de manera particular: En al­gunos centros de salud de Italia, los parientes de en­fermos de coronavirus en estado grave se comuni­can  con ellos, impedidos de acercarse físicamente, a tra­vés de tabletas que transmi­ten su voz e imagen.
Esta es una de las múlti­ples funciones que la tecnolo­gía desempeña en esta crisis y una expresión de la forma en que la tecnología puede proteger la humanidad ame­nazada.
Comunidades médicas y científicas de todo el mun­do comparten por vía digital data necesaria para gestio­nar con la mayor efectividad posible los sistemas de salud, asignar camas y ventilado­res y desarrollar tratamientos contra la enfermedad. Apli­caciones permiten certificar la ausencia de enfermedad en una persona. Big data y las mismas redes sociales son utilizadas para rastrear infec­ciones y mantener informa­das a las personas sobre las conductas que se esperan de ellas. Uno de los mejores cen­tros de recursos para la infor­mación sobre el coronavirus, el provisto por la universidad Johns Hopkins, despliega en línea y de manera actualiza­da el estado de la enferme­dad en todo el planeta y es utilizado por los gobiernos como fuente técnica de infor­mación.
En múltiples países la ne­cesidad de establecer cua­rentenas en escuelas y universidades ha vuelto in­dispensable el uso de plata­formas virtuales para la en­señanza. Lo que hasta hace  poco parecía la excepción avanza a convertirse en la re­gla general.
Las personas, enfrenta­das a toques de queda y res­tricciones de movimiento, requieren más que nunca de contar con la posibilidad de comunicarse a través de voz e imagen con sus seres que­ridos, de quienes han queda­do apartados. Es una necesi­dad básica e incluso de salud mental.
Esa es la razón por la que, en el corto plazo y durante la vigencia del decreto de es­tado de emergencia dictado por el presidente Medina, IN­DOTEL ha establecido la pro­hibición a las empresas de telecomunicaciones de sus­pender sus servicios por fal­ta de pago o generar cargos por mora o retraso en el pa­go de estos. Por la misma ra­zón, se ha instruido a las em­presas adoptar las medidas necesarias para garantizar la atención de las contingencias y averías que se puedan pro­ducir, considerando las con­diciones especiales que vivi­mos.
Como un signo del valor que la tecnología posee en este tipo de circunstancias, hemos donado 50 tablets a las autoridades de salud pa­ra facilitar la comunicación entre pacientes hospitaliza­dos y aislados por coronavi­rus y sus familiares y seres cercanos.
En el mediano y largo pla­zo, es indispensable reflexio­nar sobre la forma en que proyectaremos República Di­gital hacia el futuro. La edu­cación en línea, la gestión en red del sistema de salud y la calidad y continuidad del ser­vicio de telecomunicaciones para personas y empresas, requieren tanto de redes ro­bustas como de ciudadanos, trabajadores y funcionarios calificados para el uso de es­tas tecnologías.
La que hasta ahora ha si­do la construcción de una plataforma de servicios y entrenamiento para la revo­lución digital, está llamada a provocar el impulso para que la República Dominica­na se integre en mercados y redes de conocimiento globales, así como adquie­ra la resiliencia indispensa­ble para responder a even­tos catastróficos como este y otros que pueden venir.
La República Digital 2.0 es la clave.

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