Hasan Khallati, de la Comisión parlamentaria de Salud

Hachem Osseiran/Haydar Indhar/AFP
Bagdad, Irak
La epidemia del nuevo coronavirus ha exacerbado el malestar de los manifestantes en Irak, que desde hace cinco meses denuncian que el Estado es corrupto, incapaz de proveer los servicios básicos y está bajo el control de Irán.
"El verdadero virus son los políticos. Para todo lo demás, somos inmunes", dijo a la AFP la manifestante Fátima, una estudiante de medicina de 18 años.
En Irak se han diagnosticado 19 casos de contagio de la epidemia COVID -19, un iraní que fue repatriado y 18 iraquíes. Todos llegaron de la vecina Irán, donde hay 66 muertos y unos 1.5000 contaminados.
En los campamentos antigobierno en Teherán y las ciudades del sur, los dispensarios que atendían a manifestantes heridos de bala o asfixiados por las granadas lacrimógenas se convirtieron en centros de distribución de gel desinfectante y de asesoramiento frente a la epidemia.
Voluntarios en trajes de protección toman la temperatura de los manifestantes, otros distribuyen guantes o máscaras, cuyo precio en farmacia se disparó.
"Ya en tiempos normales nuestro sistema de salud es nulo. Entonces ¿cómo podemos confiar en nuestros hospitales con el nuevo coronavirus?", se queja Fátima, quien sensibiliza sobre la enfermedad en Tahrir, epicentro del movimiento de protesta surgido en octubre.
"Transparencia"
Hasan Khallati, de la Comisión parlamentaria de Salud, aseguró que "los hospitales y establecimientos sanitarios tienen los equipos necesarios para enfrentar la epidemia".
Pero Irak tiene menos de 10 médicos por cada 10.000 habitantes, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Para evitar la propagación de la epidemia, Irak cerró su frontera con Irán y prohibió los viajes hacia y desde ese país.
Pero los vínculos bilaterales son muy importantes. Irán es el segundo exportador en Irak y cada año millones de iraníes peregrinan a las ciudades santas chiitas y también iraquíes van a territorio iraní a recibir tratamiento o visitar lugares sagrados.
Los manifestantes ponen en duda las cifras de ambos países sobre la epidemia.
"Ciertamente hay casos que las autoridades no han anunciado. Es totalmente necesario que sean transparentes con la gente", declaró a la AFP Rusol, un estudiante de medicina, en medio de gritos de protesta en Diwaniyah (sur).
La crisis en Irak se profundizó el domingo al renunciar el gobierno designado, incluyendo su ministro de Salud.
Balas y virus
Las redes sociales no cesan de difundir videos que muestran hospitales donde se apilan equipos obsoletos o incluso fuera de servicio.
En medio del temor general, las autoridades cerraron escuelas, universidades, cines y otros lugares de reunión hasta el 7 de marzo, y advirtieron sobre las concentraciones populares.
El líder chiita Moqtada Sadr, que periódicamente convoca a manifestaciones, también prohibió las marchas a sus numerosos partidarios.
Esas advertencias hacen temer a los manifestantes la dispersión del movimiento marcado por la violencia, que ha dejado cerca de 550 muertos y 30.000 heridos desde el 1 de octubre de 2019.
"¡Sus agresores no nos han detenido, mientras que el coronavirus puede!", corean estudiantes en la plaza Tahrir.
Mohamed, estudiante en Diwaniyah, va incluso más lejos cuando evoca la situación de su país, el decimosexto más corrupto del mundo según Transparencia Internacional.
"Los partidos políticos y la corrupción son epidemias mucho más peligrosas que el coronavirus. ¡Tenemos que deshacernos de estos virus porque han destruido a Irak!", afirmó.

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