Los esfuerzos por con­trolar propagación del co­ronavirus han paralizado prácticamente la ciudad,


  • Nueva York sí duerme
    Pocas personas circulan por las principales avenidas de Nueva York, que ayer lucían desoladas. AP /
Agencias
Nueva York, EEUU
Las luces de Time Square no iluminan a nadie. No se ve un alma en la estación de trenes de Grand Cen­tral, habitualmente atesta­da. Apenas un puñado de personas toman fotos del Puente de Brooklyn, una de las grandes atracciones turísticas de la ciudad que no duerme.
Los esfuerzos por con­trolar propagación del co­ronavirus han paralizado prácticamente la ciudad, que ha pasado a ser uno de los epicentros del virus.
Casi 2.000 personas fue­ron hospitalizadas en el es­tado por el virus y ya hubo 114 muertos, según dijo el gobernador Andrew Cuo­mo el domingo. Más de 15.000 dieron positivo en los exámenes, incluidas 9.000 en la Gran Manzana.
Las calles estaban de­siertas ya antes de que co­menzase el confinamiento obligatorio el pasado do­mingo a las ocho de la no­che, que requiere que todo empleado que no sea esen­cial permanezca en su casa. También se suspende toda reunión de personas que no sea imprescindible.
El impacto de estas me­didas es evidente en Man­hattan.
Nadie fotografía el To­ro de la Bolsa de Valores, otro de los grandes monu­mentos turísticos de la ciu­dad y los concurridos trenes subterráneos transportan apenas un puñado de pa­sajeros, casi todos con mas­carillas.

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