Tuve que cubrir el brote de coronavirus en Italia y todo lo que tenía era un pasamontañas.


Tuve que cubrir el brote de coronavirus en Italia y todo lo que tenía era un pasamontañas.
La tarde del 23 de febrero, iba conduciendo con mi familia y una fotógrafa hacia los Alpes italianos para hacer un trabajo sobre el impacto del calentamiento global y tomarme unos días de vacaciones en un centro de esquí. Los niños observaban con alegría las zonas de nieve. Hice reservaciones en un lugar para comer fondue. Hasta que sonó el teléfono.
Un editor me dijo que el número de contagios de coronavirus en la región de Lombardía, al norte de Italia, se había disparado a 150 casos y que tenía que ir a la zona cercana a Milán lo más pronto posible.
Mientras conducía los pocos kilómetros que faltaban para llegar y dejar a mi familia en el hotel, me disculpaba con mi esposa, Claudia, y le pedía que leyera en voz alta los informes noticiosos italianos.
El paisaje fuera del hotel era increíblemente tranquilo y blanco. Mientras Claudia se registraba, y la fotógrafa esperaba impaciente en el auto, revolví todo el equipaje para llevarme las cosas más esenciales. Me despedí de mi familia y los dejé bajo el monte Cervino. Fue la última vez que pude tocarlos en un mes.

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