2 ABR 2020 - 07:03 AST
Entre 1942 y 1945, en poco más de mil días, un equipo de más de 100.000 trabajadores dirigido por el general Leslie Groves consiguió convertir el conocimiento sobre la física atómica acumulado durante el medio siglo anterior en el arma definitiva. Aquel logro, siniestro y admirable, la bomba atómica, es el paradigma del éxito de la ciencia y la ingeniería en la resolución de un problema existencial. Desde entonces, cada vez que la humanidad se enfrenta a una crisis descomunal que se debe afrontar desde la ciencia y la tecnología se invoca la creación de un nuevo proyecto Manhattan. La batalla contra la Covid-19 no es una excepción y en las últimas semanas, expertos como Robert Siegel, microbiólogo de la Universidad Stanford (EE UU) o Peter Slavin, presidente del Hospital General de Massachusetts, han empleado esta analogía. La idea: reclamar que la humanidad se una para encontrar una vacuna, la única forma de detener a un enemigo invisible que ha contagiado a más de 1,6 millones de personas y paralizado el planeta.
Aunque pueda haber algunas similitudes, las diferencias son notables. Frente a aquel proyecto secreto desarrollado por un país, ahora hay ya más de 60 candidaturas a vacuna en todo el mundo, según la última lista de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Dos de ellas, una en EE UU desarrollada por el Instituto Nacional para las Alergias y las Enfermedades Infecciosas (NIAID) y la biotecnológica Moderna, y otra en China a cargo de la compañía CanSino Biological y el Instituto de Biotecnología de Pekín, ya han comenzado a probarse en humanos.
La comunidad científica en su conjunto ha intensificado la colaboración, haciendo públicos sus resultados tan pronto como los obtienen, acelerando o suspendiendo el proceso de revisión que en una situación de emergencia podría retener información valiosa durante demasiado tiempo, y han proliferado las aportaciones de grupos que antes de la crisis no se dedicaban a la investigación de enfermedades como la Covid-19. Sin embargo, y pese a que también ha habido buenas palabras respecto a la colaboración entre compañías y países, hay indicios de que la competencia seguirá siendo intensa.
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