El padre Ángel Cuevas, párroco de la Catedral Nuestra Señora del Rosario “enmudeció” y sus ojos se llenaron de lágrimas, cuando previo al inicio de la misa de celebración del Domingo de Ramos, que anuncia el inicio de la Semana Santa, no estaban presentes los fieles.
Además, la Catedral que tiene en la puerta una palma que anuncia el “Domingo de Ramos”, es la primera vez, en 44 años de fundación de la Diócesis de Barahona, que celebra un acto religioso de tanta importancia para el mundo cristiano sin la presencia de los creyentes.
Aunque la feligresía no está físicamente en la iglesia y pueden contarse quienes están, los creyentes siguen la liturgia desde sus casas, ayudados por la tecnología, ya que a través de las redes sociales siguen en vivo la misa o a través de la emisora católica radio Enriquillo.
El nuevo coronavirus (COVID-19), llevó a la Iglesia Católica en todo el mundo a suspender los actos religiosos con motivo de la Semana Santa e impidió que en esta ciudad se efectúe la tradicional caminata en la mañana con cánticos y alabanzas por el Domingo de Ramos.
Una explicación religiosa
El padre Ángel Cuevas, quien no terminó la entrevista al enmudecer y humedecerse sus ojos, tiene una explicación a esta situación, a su juicio, inaudita, increíble, nueva, diferente, conmovedora, que deja muchos que pensar y meditar.
“Como dice la pasión es algo inaudito, inenarrable, algo que uno no puede comprender lo que estamos viviendo en el mundo, tanto dolor, sufrimiento e impotencia, lo que más me conmueve frente a todo esto”, dijo el párroco de la Catedral Nuestra Señora del Rosario.
Señaló que, aunque no entendamos y comprendamos lo que él (Dios) permite, es para bien de su pueblo e invita a las poblaciones globales a reflexionar sobre el contexto actual y ver hacia dónde y por dónde vamos caminando los hombres y las mujeres del mundo.
No es castigo de Dios
El sacerdote descartó que se trata de un “castigo” de Dios como piensan muchos, sino una consecuencia de los propios humanos que han llevado al mundo a esta situación.
“El Señor lo permite para que nosotros despertemos, encarrilemos nuestras vidas y nos demos cuenta de que no podemos vivir en el egoísmo, mentira, sobre todo, con esa falta de solidaridad y de entrega”, expuso.
Criticó que mientras unos cuantos no encuentran qué hacer con su dinero, con su poder, así como con su riqueza y abundancia, muchos otros, que son la inmensa mayoría, mueren de hambre, de miseria “y todo esto debe llevarnos a practicar una solidaridad común”.
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