A. Peguero / Javier Flores Santo Domingo, RD Eran las 5:30 de la tarde y la estación de transferencia del Metro de Santo Domingo, “Juan Pablo Duarte”, estaba atestada de pasajeros que se movían por los andenes, hacia el norte, sur, este y oeste, en busca del último tren rumbo a casa. Mientras que los agentes del Cuerpo Especializado para la Seguridad del Metro (CESMET), a la entrada de la estación, rociaban las suelas de los zapatos de los usuarios que llegaban, y ya dentro de esta, insistían una y otra vez, como si fuera el coro de una canción, “mantengan la distancia, por favor. No se peguen. Mantengan la distancia”. Allí nadie más hablaba. En los diferentes andenes la gente parecía muda, solo se miraban unos a los otros, con sus mascarillas colocadas cubriendo boca y nariz. Mientras esperaban la llegada del próximo tren, los usuarios de este sistema de transporte que continuaban llegando, se colocaban de forma automática sobre las líneas amarillas que fueron instaladas estratégicamente en los andenes, y así guardaban la distancia social.
A. Peguero / Javier Flores
Santo Domingo, RD
Eran las 5:30 de la tarde y la estación de transferencia del Metro de Santo Domingo, “Juan Pablo Duarte”, estaba atestada de pasajeros que se movían por los andenes, hacia el norte, sur, este y oeste, en busca del último tren rumbo a casa.
Mientras que los agentes del Cuerpo Especializado para la Seguridad del Metro (CESMET), a la entrada de la estación, rociaban las suelas de los zapatos de los usuarios que llegaban, y ya dentro de esta, insistían una y otra vez, como si fuera el coro de una canción, “mantengan la distancia, por favor. No se peguen. Mantengan la distancia”.
Allí nadie más hablaba. En los diferentes andenes la gente parecía muda, solo se miraban unos a los otros, con sus mascarillas colocadas cubriendo boca y nariz.
Mientras esperaban la llegada del próximo tren, los usuarios de este sistema de transporte que continuaban llegando, se colocaban de forma automática sobre las líneas amarillas que fueron instaladas estratégicamente en los andenes, y así guardaban la distancia social.
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