Prashant Ashoka, el propietario y diseñador de Casa Etérea tuvo la idea de hacer una casa de vidrio en su primer viaje al país, en el verano del 2017. Había estado trabajando en Singapur como escritor y fotógrafo, pero se sintió atraído a San Miguel de Allende por su belleza y su fama como destino para artistas: en los sesenta, por ejemplo, entre sus visitantes se encontraban figuras del movimiento beatnik como Neal Cassady y Jack Kerouac. Dice que la fachada es al mismo tiempo transicional y simbólica: “Es una metamorfosis no muy distinta de mi viaje transformador a México”. Decidido a construirse un retiro recóndito para escribir, Ashoka al final compró poco menos de una hectárea en el campo, a 20 minutos del centro de San Miguel de Allende, sin agua ni electricidad. “Supe que era mi momento de crear algo propio”, dice. “Siempre había fantaseado con la idea de vivir en una montaña o en la playa. Pero decidí tomar esa idea romántica con la que muchos coquetean y convertirla en mi realidad”.

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