Tras un año de hondas perturbaciones, Estados Unidos se apresta a realizar una elección presidencial que dará su veredicto sobre el papel del país en el mundo y el rumbo de su economía, su voluntad de contener una pandemia en plena escalada y su capacidad de enfrentar el racismo sistémico.
Pero los dos contendientes, el presidente Donald Trump y el demócrata Joe Biden ofrecen algo más que soluciones distintas para los problemas más apremiantes del país. Se trata de hecho de un referendo sobre la función de la presidencia misma y la solidez de la democracia. El presidente ha puesto en tela de juicio la legitimidad del resultado antes de la jornada electoral, y las fuerzas del orden se preparan para la posibilidad de disturbios civiles.
“Esto es algo más que la consabida diferencia ideológica entre los dos candidatos. Hay una visión fundamentalmente distinta de lo que es la presidencia y lo que significa el liderazgo para la nación”, dijo Jeffrey Engel, director del Centro de Historia Presidencial de la Universidad Southern Methodist.
Los votantes parecen ser conscientes de ello: más de 86 millones de personas ya han emitido sus boletas, un récord absoluto para la votación anticipada.
Una victoria de Trump profundizaría el enfoque antiestablishment, nacionalista para abordar los problemas del país que ha aplicado durante los últimos cuatro años, un enfoque que los partidarios del presidente adoran y sus detractores detestan. Los tribunales, para los que Trump ha designado una multitud de juristas conservadores, virarían aún más hacia la derecha.
Una victoria de Biden sería un repudio del presidente tanto como una victoria para el veterano político demócrata, exvicepresidente y senador. Aunque el plan presentado por Biden visualiza un papel más enérgico para el gobierno federal en la vida estadounidense y una campaña más agresiva contra la pandemia, el eje de su ofensiva ha sido el contraste de su temperamento con el de Trump.
También está en juego el control del Senado, ya que los demócratas tienen la oportunidad de recuperar la mayoría. Según los pronósticos, los demócratas conservarán su mayoría en la Cámara de Representantes.
La sociedad estadounidense está dividida en bandos enconados, y quien gane la Casa Blanca enfrentará el desafío de gobernar en medio de tan profundas divisiones. La campaña ha puesto de manifiesto lo estratificado que se ha vuelto el país. La base de apoyo de Trump está entre los votantes blancos, de menores ingresos y niveles de educación. Los votantes de mayor nivel educativo, sobre todo las mujeres, y los de color, sobre todo los afroestadounidenses, prácticamente han abandonado el Partido Republicano durante el cuatrienio de Trump
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