El lunes por la noche, el Congreso de EE.UU. aprobó un plan de estímulo de 900.000 millones de dólares para ayudar a la economía estadounidense golpeada por el parón de la pandemia y que incluye pagos directos de 600 dólares, ayudas al desempleo de 300 dólares por semana y préstamos para pequeños negocios.
El paquete fue aprobado tras meses de duras negociaciones entre demócratas y republicanos; pero, por sorpresa, el martes Trump amenazó con vetar ese paquete si no se incluye un aumento de 600 a 2.000 dólares de los pagos directos.
El Congreso ha rechazado incluir ese y otros cambios y, ahora, el paquete de estímulo se enfrenta a un futuro incierto porque no puede entrar en vigor sin la firma de Trump.
En términos prácticos, eso significa que 14 millones de estadounidenses podrían ver cómo el sábado expiran sus prestaciones al desempleo y, a finales de mes, 30 millones se enfrentarían a desahucios, que hasta ahora han estado bloqueados.
Además, 10 millones de estadounidenses han perdido su empleo desde que en marzo comenzaran las restricciones por la pandemia y otros 8 millones de personas se sumieron en la pobreza a partir de junio, cuando expiraron las primeras ayudas federales, de acuerdo a un estudio de la Universidad de Chicago.
El nuevo paquete de estímulo, si finalmente sale adelante, sería la primera ayuda que reciben millones de estadounidenses desde marzo, cuando el Congreso dio el visto bueno a un plan de rescate de más de 2,2 billones de dólares, el mayor de la historia de EE.UU.
LARGAS ESPERAS EN LOS BANCOS DE ALIMENTOS
La situación se ha traducido en largas colas de vehículos que durante horas han tenido que esperar en los últimos días a las puertas de los bancos de alimentos, una estampa que ya se produjo en Acción de Gracias y que se ha repetido por Navidad en varias ciudades, como Mesa (Arizona) y Houston (Texas).
El Ejército de Salvación, una organización protestante, suele repartir por Navidad unos 2.6 millones de comidas, pero este año la cifra es de más de 6 millones, dijo el director de ese grupo, Kenneth G. Hodder, a la cadena Fox.
«No es una exageración decir que ha habido un tsunami de necesidad humana», lamentó Hodder.
LOS ÁNGELES ESTÁ A PUNTO DE QUEDARSE SIN MATERIAL MÉDICO
Por otro lado, el virus sigue arrollando a EE.UU., que ayer jueves volvió a registrar un incremento de más de 3.000 fallecidos, de acuerdo con el recuento independiente de la Universidad Johns Hopkins.
California, que superó el jueves la barrera de dos millones de infecciones, se ha convertido en el nuevo epicentro de la pandemia en EE.UU. y los hospitales del condado de Los Ángeles están teniendo dificultades para encontrar el material médico necesario para atender a los pacientes.
Por ejemplo, muchos hospitales se están quedando sin oxígeno y el colapso es tal que, en algunos casos, los pacientes tienen que esperar hasta ocho horas en una ambulancia antes de poder entrar a la sala de emergencias, reportó este viernes el diario Los Angeles Times.
Esto se produce mientras las unidades de cuidados intensivos del condado están al 100% de su capacidad.
En EE.UU., desde el inicio de la pandemia, se han registrado 18,6 millones de casos y más de 329.000 fallecidos, según la Universidad Johns Hopkins.
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