Parece que se está inaugurando una nueva etapa de la delincuencia, donde la impunidad y la falta de castigo no termina de entender la sociedad hatomayorense.

Ningún motivo justifica ni puede explicar actuaciones ni hechos de este tipo, ya que en democracia todos tienen los caminos adecuados para manifestarse en libertad, para hacer patentes sus quejas y para divergir  diferencias.

La condena de los hechos y la reprobación a los autores de los mismos debe ser unánime, ya que estas actuaciones no pueden volverse a repetir, y por ello es necesario que los autores sientan el rechazo de la sociedad en su conjunto.

 Esto no puede repetirse en un gobierno de Luis Rodolfo  Abinader Corona, que desde que se instaló en el Palacio Nacional, está pidiendo castigos a los delincuentes y corruptos.

Lo que pasó en Hato Mayor la madrugada de este lunes llama a las autoridades  poner máximo esfuerzo a las fuerzas y cuerpos de seguridad para que se detenga a los autores de los hechos y que caiga sobre ellos el verdadero peso de la ley.

Queremos que el Ministerio Público y la Policía y Nacional se empeñen en esclarecer este hecho, para que no se vean cuestionado por su inercia.

Lo que ocurrió no puede caer en la postergación ni muchos menos en el olvido, pies no fue un hecho cualquiera.

Imaginemos que este hecho no encuentre ecos en las autoridades llamadas a enfrentar el crecimiento delincuencial que actualmente registra esta católica Ciudad. 

Sino se investiga y actúa contra sus autores, entonces podemos enunciar que estamos inaugurando una "cepa nueva" de la enfermedad humana llamada delincuencia.

Peor aún, si las autoridades no dan un respuesta rápida y contundente, entonces se expeculará  de que su accionar es cuestionado y que pudieran estar involucradas, hasta cierto modo con este aberrante hecho.

Es que un hecho criminal de esta naturaleza y magnitud no puede estar acompañado de la apatía o pereza de las autoridades del Ministerio Público y la Policía Nacional.

Los propietarios de los vehículos incendiados fueron identificados como el Dr. Ariel Silvestre, quien también es oficial de la Policia Nacional.

Tenía varios meses había comprado su yippeta marca Ford Escape,  negra; mientras que Amado Ramírez Peguero ex militar y abogado propietario del segundo vehículo incendiado, un carro marca Corola azul.

Eran enemigos de los propietarios de los vehículos, o  simplemente actuaron por envidia o venganza?

Comentarios